CARTA NAVIDEÑA A MI AMIGO JOSÉ MANUEL,
EXPÁRROCO DE BERMILLO DE SAYAGO.
6 de enero de 2010 a las 23:03
6 de enero de 2010 a las 23:03
En estas fechas tan entrañables para los creyentes –en que nuestro Dios se
hace presente de forma especial para y en los pobres, desposeídos, desprendidos
y generosos- días de compartir vivencias profundas (enmascaradas, disimuladas,
tamizadas y ocultas en otras épocas del año), brotan de mi interior
sentimientos contradictorios pero no contrapuestos.
Caminamos hacia el nuevo año, casi dos meses que nos dejaste, José Manuel,
huérfanos de tu presencia física, aunque no de la cercanía y el calor de un
amigo. Ahora si que estás en el fondo de nuestro ser, en lo más íntimo y
personal de aquellos que tanto te quisimos siempre, aunque no supiéramos
mostrártelo, como secos castellano que somos.
José Manuel, rechazo y dura protesta por tu fallecimiento, nos has privado
de la alegría y el buen humor que siempre mostrabas, del calor humano, tu
humanidad ante cualquier acontecimiento de la vida cotidiana, eras todo oídos para
quien solicitaba tu apoyo –pequeño o mayor, pobre o rico, listo o torpe- esto
se extraña mucho. José Manuel, tu bien sabías que todo esto era muy necesario,
y lo sigue siendo, en este caminar individualista de cada uno de nosotros, cada
cual enfrascado en su “ego”, en ese “yo” personal y absorbente que nos aleja
del prójimo, del próximo, del cercano, sólo se piensa en el triunfo individual,
el querer ser el mejor, el “trepar” y escalar puestos a costa de lo que sea y
de quien sea, aunque haya que pisarlo y destruir al otro, con tal de alcanzar y
conseguir lo que “yo” deseo, con tal de alimentar mi gran “EGO” insaciable de
altanería y vanagloria.
José Manuel, qué distinto eras tú, con tu sencillez y disponibilidad para
apoyarnos a los que te pedíamos ayuda; nunca pensabas en ti, en ese “ego” que
todos tenemos (unos más grande y otros más pequeño) y que sólo mostrabas cuando
te enfadabas, por motivos serios y muy justificados.
Sí, José Manuel, sólo por esto me siento triste y cada vez que me pongo a
pensar en ti –lo ponga por escrito o hable de ti- surgen en mis lagrimales, ese
liquido que riega mis mejillas sin poderlo detener; pero no nos pongamos
tristes y melancólicos ¡es Navidad¡,” el Hijo de Dios va a nacer ya.”
Por ser Nochebuena, Navidad, estoy a tu lado, hablando contigo,
compartiendo pensamientos, sentimientos, emociones y vivencias que surgen de mi
interior y deseo compartir con los que te recuerdan y seguirán recordándote
mucho tiempo.
Este mismo acontecimiento que me entristece, me llena de alegría al
comprobar –no matemáticamente- que tú alcanzaste ya la meta y te fuiste, con tu
“misión cumplida”, tu “gera realizada”, “listo para sentencia.
Sí José Manuel, “sentencia” he dicho, no me he equivocado, no de muerte
sino de vida, que el Padre generosamente te mostrará al haber sido toda tu
vida, tu caminar, una donación de amor por los demás, contagiado gratamente por
el amor de Cristo, su Hijo.
¡Gracias! José Manuel, no me cansaré de repetir, por tu ejemplo de vida,
desinteresada, alegre, entregada al hermano. Mi propósito diario es “no
imitarte” (como a esos idolillos de barro y paja que nos crea y alimenta la
sociedad de consumo), sino “comprender” y “aprehender” tu forma de vivir –desde
que nos conocimos en Julio de 1964- para que seas guía y enseña en mi vivir de
cada día, profesional y personalmente, como creyente y seguidor de Cristo
nuestro hermano.
Un abrazo en esta Nochebuena del 2009 y hasta siempre amigo.
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