jueves, 19 de enero de 2017

UNIDOS EN EL DOLOR.... Y EN LA ESPERANZA COMO CREYENTES

José-Manuel, en el día de la muerte del señor José, padre de José-Luis de Pedro nuestro compañero de estudios durante siete años y amigo desde entonces, quiero compartir contigo una reflexión sobre la Biblia realizada el año pasado para un grupo permanente de trabajo y reflexión de la parroquia a la que pertenezco.

LA BIBLIA: PALABRA DE DIOS

La Biblia se ha visto, a lo largo de la historia, como una obra literaria de gran interés cultural o como  una obra religiosa.
Esta segunda visión, como obra religiosa, es el tema que nos va a ocupar en esta primera “jornada” del curso de formación de “lectores”.
La Biblia, desde esta perspectiva, es el libro religioso donde se refleja la relación personal del “pueblo elegido por Dios” con su creador. Es la expresión escrita  de la historia de este “pueblo” vista desde la “creencia comunitaria” vivida y reflexionada desde la fe del escritor  o “hagiógrafo”.
La Biblia es el libro traducido a la mayor parte de los idiomas del mundo y el más leído, estudiado y criticado en todos los tiempos.
El origen de la palabra “BIBLIA” (nominativo plural de la palabra latina “biblum-bibli”, y de otra anterior griega “biblion”) en su origen significaba “colección de libros”; entonces ¿QUÉ ES LA BIBLIA?
A nivel material, la Biblia, como su nombre indica, es una “colección de libros” que, a nivel espiritual, es importante, por ser una “colección de libros sagrados”, fundamental en nuestras vidas, porque en ellos está transcrita la PALABRA DE DIOS…. con mayúscula.
 Podemos afirmar que La Biblia es un “diálogo permanente entre Dios y el hombre” a lo largo de la historia humana; este “diálogo” de Dios con su pueblo elegido (en el A.T. con el judío y en el N.T. con su Iglesia) por mediación de los diversos “autores sagrados” o “hagiógrafos”.
 Los hagiógrafos hacen suyo esa relación personal dialogante, “Dios/hombre, Padre/hijo, divinidad/humanidad, Amado/amada, y lo han reflejado en estos “escritos sagrados”.
Este “diálogo” se sigue manteniendo cada vez que nos acercamos cada uno de nosotros a leerlos desde la fe, personalmente o como “comunidad de creyentes”.
Hay diversidad de BIBLIAS: La católica,  la ortodoxa, la protestante,…. y hasta la judía.
¿En qué se diferencian?
Entre otras muchas cosas, se diferencian por los “LIBROS” que la forman. Solamente analizaré la Biblia católica.
La Biblia católica está compuesta por 73 “libros” agrupados en dos bloques: El Antiguo Testamento y el Nuevo Testamento.
El ANTIGUO TESTAMENTO lo forman 46 “libros” y EL NUEVO TESTAMENTO 27.
A su vez, cada una de estas dos “PARTES”, se subdividen en diferentes “GÉNEROS LITERARIOS”.
  ¿Y qué son los “GÉNEROS LITERARIOS”?
  Llamamos “géneros literarios” a las diferentes formas en que se han expresado, por escrito, los “HAGIÓGRAFOS” o “autores materiales”, en los escritos bíblicos.
       El Antiguo Testamento está subdividido, según los “géneros literarios”, en: Pentateuco (Ley o Torá), libros históricos y proféticos (Nebiim, Profeta), libros poéticos y sapienciales (Ketubim, Escritos) y narraciones didácticas.
      Igualmente el Nuevo Testamento  muestra esta subdivisión en: Narraciones históricas (Los cuatro Evangelios y los Hechos de los Apóstoles), Cartas y Literatura Apocalíptica.
      La Biblia, a lo largo del tiempo, se ha ido “elaborando” a través de un complicado proceso; veamos su desarrollo en un extenso periodo de tiempo de más de 1000 años:
   Los primeros relatos orales del A.T. fueron puestos por escrito en el siglo X (a.d.C.) y el último de N.T. a principios del siglo II (d.d.C.).
 EL ANTIGUO TESTAMENTO
   En este proceso los “textos sagrados” se fueron transmitiendo oralmente de padres a hijos y de abuelos a nietos.
   ¿Podemos afirmar que esta “tradición oral” se ha conservado, fielmente, hasta ser pasada a escrita? ¿En qué “razones” nos apoyamos para asegurar que es  cierta?:
  1ª.- En que los pueblos de la antigüedad (incluido el judío) conservaban “su historia como pueblo” en “relatos orales” (recitados o cantados) y su memoria era prodigiosa. ¿Recordáis cómo aprendimos de pequeños la “tabla (de sumar, restar y multiplicar), las reglas de ortografía, catecismo y otras muchas cosas”?
  2ª.- “Le iba la vida en ello”, porque un pueblo sin historia es un pueblo muerto, y al pueblo judío más que a otros pueblos de la Antigüedad.
3ª.- Le interesaba conservarla intacta, a pesar de que el Pentateuco “bebiera” de cuatro fuentes o tradiciones: La Yahavista (J), la Eloista (E), la Deuteronomista (D) y la Sacerdotal (S), que se distinguen con bastante claridad en el texto escrito.
A estas “razones” le añadimos otras “particulares” del pueblo judío:
1ª.- Por ser un pueblo nómada, un pueblo errante, desde el inicio de ser elegido como “Pueblo de Dios” y a Abrahán, en Ur de Caldea, como “padre” de ese “gran pueblo”.
2ª.-Por su destierro y esclavitud en Egipto.
3ª.-Por los 40 años en el desierto hasta llegar a la “Tierra Prometida”.
4ª.-Por estar asentados en ese lugar geográfico, “encrucijada de caminos” y lugar de paso entre Oriente Medio (Babilonia), Grecia o Roma con Egipto,  cuna de las “Grandes Civilizaciones de la Antigüedad”. Era el lugar propicio para la destrucción y la rapiña por ser el “camino terrestre” para los conflictos militares.
     Por todas estas causas debían conservar toda su historia “como pueblo elegido por Dios” en “lo más profundo de su mente y de su corazón”.  
     Pero, además de esta “memoria comunitaria”, el  “hagiógrafo” cuenta con la asistencia del Espíritu Santo a la hora de poner por escrito esta “transmisión oral”.
 EL NUEVO TESTAMENTO:
    La tradición oral comienza a ponerse por escrito poco después de la “Muerte y Resurrección de Jesucristo”.
    Está escrito, en su mayor parte, en lengua griega koiné, utilizada en el mundo helenístico, en la época de Alejandro Magno. En él se cita con mucha frecuencia el Antiguo Testamento de la versión de “LOS SETENTA”, que es la traducción al griego del Antiguo Testamento realizada en Alejandría (Egipto)  en el siglo III a.d.C.
El N.T. es el relato de la vida de Jesús de Nazaret a la luz de la fe y de la primera comunidad cristiana, la Iglesia. La Iglesia es la comunidad de creyentes que manifiestan públicamente su fe en “Jesucristo muerto y resucitado”, incluso llegando a ser perseguidos y martirizados. La Iglesia inicia su andadura con la venida del Espíritu Santo sobre los Apóstoles el día de la fiesta judía de Pentecostés.
Los Evangelios o “Buena nueva” surgen, inicialmente, como “apuntes” para la catequesis de los que se van convirtiendo, judíos o gentiles, en seguidores de Cristo. De estos “apuntes catequéticos” bebieron los autores de los tres evangelios sinópticos. El evangelio de Juan es más una reflexión teológica.

      ¿CUÁNTAS BIBLIAS CATÓLICAS HAY?
Solamente hay una, la fijada por el CANON de la Iglesia, es decir, los libros canónicos,   considerados como sagrados, y diferentes de los libros “apócrifos” que están fuera del Canon y, por lo tanto, no sagrados.
El Canon de los libros sagrados: Son los libros que integran la Biblia, considerados de inspiración divina o revelados por Dios. El Canon fue fijado por la Iglesia Católica en el Concilio de Trento (1545/1563) y esta versión es la de la “VULGATA”, es la traducida al latín por san Jerónimo (Jerónimo de Estridón).
Hay diversas “versiones”: La Vulgata, ya mencionada, la de Jerusalén, la de Nácar-Colunga, la de “Félix Torres Amat” (1884), la de Alonso Schökel, por mencionar algunas.
La Biblia  es la Palabra de Dios escrita por unos autores humanos, los hagiógrafos, bajo la inspiración del Espíritu Santo. Por eso es verdaderamente Palabra de Dios, pero es una Palabra de Dios “inculturada”, como diría el papa actual, en un tiempo y espacio concretos y en una sociedad  determinada.
Para interpretar la Biblia, lo más fielmente posible, están los estudiosos de los “libros sagrados” llamados “exégetas”, “hermeneutas” o “biblistas”. Y para que esta interpretación vaya de acuerdo con la verdad revelada está la Tradición de la Iglesia.
Hasta aquí hemos “analizado” LA BIBLIA.
    ¿CUÁL SERÁ LA APLICACIÓN PRÁCTICA PARA NOSOTROS COMO LECTORES DE LA PALABRA DE DIOS?:
  Al acercarnos al ambón, al “Altar de la Palabra”, hemos de tener presente que vamos a ser los “Servidores” no para leer sino para PROCLAMAR  LA PALABRA DE DIOS. 
  Para ello hemos de hacerlo habiendo leído, con anterioridad, los textos sagrados que vamos a “proclamar”. Ésta ha de ser una lectura profunda,  rezada, saboreada y hecha nuestra. De esta forma seremos capaces, con la ayuda que nos da el Espíritu Santo, de proclamar realmente la Palabra de Dios.
Cuando estamos en el ambón, el altar de la Palabra, hemos de tener presente que la “PROCLAMACIÓN DE LA PALABRA” la hemos de hacer desde la fe, unidos a la “Comunidad de Creyentes”.
Ha de ser una proclamación con vitalidad: Fuerte, clara, tranquila, sin prisas, con diversa entonación (no es lo mismo un relato poético que una narración, una pregunta que una afirmación,…); los oyentes deben percibir la diferencia entre los textos que se proclaman.
Para mí esto es lo ideal, la realidad todos sabemos que es otra. Intentemos aproximarnos a lo ideal, el Espíritu Santo hará el resto.

N.B.- Reflexiones para el “curso de lectores” celebrado los días 14 y 15 de Noviembre del 2016 en la parroquia de “Nuestra Señora de Lourdes” de Zamora. 


Jesús Castro Domínguez.

www.http://jose-manuel-lopez-fadon.blogspot.com