José-Manuel, en el día de la muerte del señor José, padre de José-Luis de Pedro nuestro compañero de estudios durante siete años y amigo desde entonces, quiero compartir contigo una reflexión sobre la Biblia realizada el año pasado para un grupo permanente de trabajo y reflexión de la parroquia a la que pertenezco.
LA
BIBLIA: PALABRA DE DIOS
La Biblia se ha visto, a lo largo de la historia, como una obra
literaria de gran interés cultural o como
una obra religiosa.
Esta segunda visión, como obra religiosa, es el tema que nos va a
ocupar en esta primera “jornada” del curso de formación de “lectores”.
La Biblia, desde esta perspectiva, es el libro religioso donde se
refleja la relación personal del “pueblo elegido por Dios” con su creador. Es
la expresión escrita de la historia de
este “pueblo” vista desde la “creencia comunitaria” vivida y reflexionada desde
la fe del escritor o “hagiógrafo”.
La Biblia es el libro traducido a la mayor parte de los idiomas del
mundo y el más leído, estudiado y criticado en todos los tiempos.
El origen de la palabra “BIBLIA” (nominativo plural de la palabra
latina “biblum-bibli”, y de otra anterior griega “biblion”) en su origen significaba
“colección de libros”; entonces ¿QUÉ ES LA BIBLIA?
A nivel material, la Biblia, como su nombre indica, es una “colección
de libros” que, a nivel espiritual, es importante, por ser una “colección de
libros sagrados”, fundamental en nuestras vidas, porque en ellos está transcrita
la PALABRA DE DIOS…. con mayúscula.
Podemos afirmar que La Biblia
es un “diálogo permanente entre Dios y el hombre” a lo largo de la historia
humana; este “diálogo” de Dios con su pueblo elegido (en el A.T. con el judío y
en el N.T. con su Iglesia) por mediación de los diversos “autores sagrados” o
“hagiógrafos”.
Los hagiógrafos hacen suyo esa
relación personal dialogante, “Dios/hombre, Padre/hijo, divinidad/humanidad,
Amado/amada, y lo han reflejado en estos “escritos sagrados”.
Este “diálogo” se sigue manteniendo cada vez que nos acercamos cada
uno de nosotros a leerlos desde la fe, personalmente o como “comunidad de
creyentes”.
Hay diversidad de BIBLIAS: La católica, la ortodoxa, la protestante,…. y hasta la
judía.
¿En qué se diferencian?
Entre otras muchas cosas, se diferencian por los “LIBROS” que la
forman. Solamente analizaré la Biblia católica.
La Biblia católica está compuesta por 73 “libros” agrupados en dos
bloques: El Antiguo Testamento y el Nuevo Testamento.
El ANTIGUO TESTAMENTO lo forman 46 “libros” y EL NUEVO TESTAMENTO 27.
A su vez, cada una de estas dos “PARTES”, se subdividen en diferentes
“GÉNEROS LITERARIOS”.
¿Y qué son los “GÉNEROS
LITERARIOS”?
Llamamos “géneros literarios”
a las diferentes formas en que se han expresado, por escrito, los “HAGIÓGRAFOS”
o “autores materiales”, en los escritos bíblicos.
El Antiguo Testamento está subdividido, según
los “géneros literarios”, en: Pentateuco (Ley o Torá), libros históricos y
proféticos (Nebiim, Profeta), libros poéticos y sapienciales (Ketubim, Escritos)
y narraciones didácticas.
Igualmente el Nuevo Testamento muestra esta subdivisión en: Narraciones
históricas (Los cuatro Evangelios y los Hechos de los Apóstoles), Cartas y
Literatura Apocalíptica.
La Biblia, a lo largo del tiempo, se ha ido
“elaborando” a través de un complicado proceso; veamos su desarrollo en un
extenso periodo de tiempo de más de 1000 años:
Los primeros relatos orales del A.T. fueron
puestos por escrito en el siglo X (a.d.C.) y el último de N.T. a principios del
siglo II (d.d.C.).
EL ANTIGUO TESTAMENTO
En este
proceso los “textos sagrados” se fueron transmitiendo oralmente de padres a
hijos y de abuelos a nietos.
¿Podemos afirmar que esta “tradición oral” se
ha conservado, fielmente, hasta ser pasada a escrita? ¿En qué “razones” nos
apoyamos para asegurar que es cierta?:
1ª.- En que los pueblos de la
antigüedad (incluido el judío) conservaban “su historia como pueblo” en “relatos
orales” (recitados o cantados) y su memoria era prodigiosa. ¿Recordáis cómo
aprendimos de pequeños la “tabla (de sumar, restar y multiplicar), las reglas
de ortografía, catecismo y otras muchas cosas”?
2ª.- “Le iba la vida en ello”,
porque un pueblo sin historia es un pueblo muerto, y al pueblo judío más que a
otros pueblos de la Antigüedad.
3ª.- Le interesaba conservarla intacta, a pesar de que el Pentateuco
“bebiera” de cuatro fuentes o tradiciones: La Yahavista (J), la Eloista (E), la
Deuteronomista (D) y la Sacerdotal (S), que se distinguen con bastante claridad
en el texto escrito.
A estas “razones” le añadimos otras “particulares” del pueblo judío:
1ª.- Por ser un pueblo nómada, un pueblo errante, desde el inicio de
ser elegido como “Pueblo de Dios” y a Abrahán, en Ur de Caldea, como “padre” de
ese “gran pueblo”.
2ª.-Por su destierro y esclavitud en Egipto.
3ª.-Por los 40 años en el desierto hasta llegar a la “Tierra
Prometida”.
4ª.-Por estar asentados en ese lugar geográfico, “encrucijada de
caminos” y lugar de paso entre Oriente Medio (Babilonia), Grecia o Roma con Egipto,
cuna de las “Grandes Civilizaciones de
la Antigüedad”. Era el lugar propicio para la destrucción y la rapiña por ser
el “camino terrestre” para los conflictos militares.
Por todas estas causas debían
conservar toda su historia “como pueblo elegido por Dios” en “lo más profundo
de su mente y de su corazón”.
Pero, además de esta
“memoria comunitaria”, el “hagiógrafo”
cuenta con la asistencia del Espíritu Santo a la hora de poner por escrito esta
“transmisión oral”.
EL NUEVO TESTAMENTO:
La tradición oral comienza a ponerse por
escrito poco después de la “Muerte y Resurrección de Jesucristo”.
Está escrito, en su mayor
parte, en lengua griega koiné, utilizada en el mundo helenístico, en la época
de Alejandro Magno. En él se cita con mucha frecuencia el Antiguo Testamento de
la versión de “LOS SETENTA”, que es la traducción al griego del Antiguo
Testamento realizada en Alejandría (Egipto)
en el siglo III a.d.C.
El N.T. es el relato de la vida de Jesús de Nazaret a la luz de la fe
y de la primera comunidad cristiana, la Iglesia. La Iglesia es la comunidad de
creyentes que manifiestan públicamente su fe en “Jesucristo muerto y
resucitado”, incluso llegando a ser perseguidos y martirizados. La Iglesia
inicia su andadura con la venida del Espíritu Santo sobre los Apóstoles el día
de la fiesta judía de Pentecostés.
Los Evangelios o “Buena nueva” surgen, inicialmente, como “apuntes”
para la catequesis de los que se van convirtiendo, judíos o gentiles, en seguidores
de Cristo. De estos “apuntes catequéticos” bebieron los autores de los tres
evangelios sinópticos. El evangelio de Juan es más una reflexión teológica.
¿CUÁNTAS BIBLIAS CATÓLICAS
HAY?
Solamente hay una, la fijada por el CANON de la Iglesia, es decir, los
libros canónicos, considerados como sagrados, y diferentes de
los libros “apócrifos” que están fuera del Canon y, por lo tanto, no sagrados.
El Canon de los libros sagrados: Son los libros que integran la
Biblia, considerados de inspiración divina o revelados por Dios. El Canon fue
fijado por la Iglesia Católica en el Concilio de Trento (1545/1563) y esta
versión es la de la “VULGATA”, es la traducida al latín por san Jerónimo
(Jerónimo de Estridón).
Hay diversas “versiones”: La Vulgata, ya mencionada, la de Jerusalén,
la de Nácar-Colunga, la de “Félix Torres Amat” (1884), la de Alonso Schökel,
por mencionar algunas.
La Biblia es la Palabra de Dios
escrita por unos autores humanos, los hagiógrafos, bajo la inspiración del
Espíritu Santo. Por eso es verdaderamente Palabra de Dios, pero es una Palabra
de Dios “inculturada”, como diría el papa actual, en un tiempo y espacio
concretos y en una sociedad determinada.
Para interpretar la Biblia, lo más fielmente posible, están los
estudiosos de los “libros sagrados” llamados “exégetas”, “hermeneutas” o
“biblistas”. Y para que esta interpretación vaya de acuerdo con la verdad
revelada está la Tradición de la Iglesia.
Hasta aquí hemos “analizado” LA BIBLIA.
¿CUÁL SERÁ LA APLICACIÓN PRÁCTICA PARA
NOSOTROS COMO LECTORES DE LA PALABRA DE DIOS?:
Al acercarnos al ambón, al
“Altar de la Palabra”, hemos de tener presente que vamos a ser los “Servidores”
no para leer sino para PROCLAMAR LA
PALABRA DE DIOS.
Para ello hemos de hacerlo habiendo
leído, con anterioridad, los textos sagrados que vamos a “proclamar”. Ésta ha
de ser una lectura profunda, rezada,
saboreada y hecha nuestra. De esta forma seremos capaces, con la ayuda que nos
da el Espíritu Santo, de proclamar realmente la Palabra de Dios.
Cuando estamos en el ambón, el altar de la Palabra, hemos de tener
presente que la “PROCLAMACIÓN DE LA PALABRA” la hemos de hacer desde la fe,
unidos a la “Comunidad de Creyentes”.
Ha de ser una proclamación con vitalidad: Fuerte, clara, tranquila,
sin prisas, con diversa entonación (no es lo mismo un relato poético que una
narración, una pregunta que una afirmación,…); los oyentes deben percibir la
diferencia entre los textos que se proclaman.
Para mí esto es lo ideal, la realidad todos sabemos que es otra.
Intentemos aproximarnos a lo ideal, el Espíritu Santo hará el resto.
N.B.- Reflexiones para el “curso de lectores” celebrado los días 14 y
15 de Noviembre del 2016 en la parroquia de “Nuestra Señora de Lourdes” de
Zamora.
Jesús Castro Domínguez.
www.http://jose-manuel-lopez-fadon.blogspot.com
Jesús Castro Domínguez.
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